martes, 14 de abril de 2009

DE VACACIONES EN LA CIUDAD

RIVAS LARA MARÍA ISABEL
PLANEACIÓN Y ORGANIZACIÓN DE EMPRESAS EDITORIALES
CRÓNICA
14-03-09


DE VACACIONES EN LA CIUDAD


Cuando el hombre voló por los aires, ante la mirada atónita de todos los que transitábamos por avenida División del Norte, comprendí lo que era vivir en una ciudad con problemas de tráfico y las consecuencias que podría traer.

En una ciudad tan habitada y con tantas calles en reparación, pocas cosas superan el dolor de cabeza que causa el tráfico de esta metrópoli, al estar sentado tras al volante horas y horas; eso es normal a todos nos ha pasado. Pero lo que aconteció aquella tarde ya no fue algo normal o al menos a mí no me pareció así, además lo más anormal es que haya ocurrido dentro de semana santa, cuando, se supone no debería de haber capitalinos vagando en al automóvil por las calles de la Ciudad.

Pasadas las 4 de la tarde mi novio y yo viajábamos rumbo al sur de la ciudad, después de un día bastante agitado. En la avenida División de Norte había una afluencia importante de automóviles, sin embargo era soportable, para los que transitábamos por ahí.

Cuando avanzamos observamos tres automóviles parados en medio de la avenida, lo cual provocaba aún más tráfico. Dos carros marca Chevy que pertenecían al banco Inbursa y uno era un Civic, Honda negro. Cuando tuve mayor visibilidad del conflicto, me percaté que los dos conductores de los automóviles Inbursa encararon al señor del Civic, que tenía aproximadamente 50 años.

Los dos hombres de estructura fornida y de aproximadamente 40 años, rodeaban al señor, parecían animales rodeando a la presa, mientras que el dueño del Civic parecía bastante calmado e intentaba hablar con los agresores; tratando de razonar con aquellos sus depredadores. Por fin, el señor de 50 años decidió subir a su auto negro, después de un par de golpes en la cara propinados por los dueños de los Chevys, lo hizo de manera apresurada y después de eso todo ocurrió en un parpadeo…

Cuando el señor se subió a Civic parpadeé y cuando volví a abrir los ojos observé como este carro giro un poco a la derecha quedando muy cerca a los carros de Inbursa. En ese instante la ingenuidad aún se encontraba en mí, pensé que lo que buscaba era golpear a los carros e irse, pero mi sorpresa fue mayúscula.

El Civic, tal cuál como una vil máquina desproveída de raciocinio, se acercó tanto a los otros automóviles de Inbursa que terminó aplastando a uno de sus dueños. Por el carro en el que viajaba observaba la cara de dolor del agredido cuando el flamante carro negro aplastaba sus extremidades inferiores y la cadera; ni siquiera su prominente cuerpo le permitió salir abante. Mientras el Civic avanzaba el señor de 40 años rodaba sobre la propia superficie de su carro, sin embargo, hasta ese momento había sido sólo un susto, pero lo peor se aproximaba…

Cuando el cuerpo del señor dejó de ser, prácticamente, embarrado contra el carro, la inercia de la acción de aquella máquina animal que lo estaba agrediendo, lo levantó por los aires, a él y a sus más de 100 kilos.

Afortunadamente la máquina sin raciocinio no sufrió daño, pero la cara de terror que vi en el rostro de aquel señor, cuando estaba siendo aplastado y milisegundos después ya volaba por los aires, me hizo reflexionar respecto al grado de salvajismo que hay en la ciudad ¿no cree usted?

Es sabido que uno de las grandes consecuencias provocadas por el tráfico es el estrés y por lo tanto la violencia, en un estudio realizado por la UNAM a diferentes sectores poblacionales (en sexo, edad, nivel socioeconómico), publicado en la Revista Electrónica de Psicología en el año 2002, llamado El área urbana: sus estresores y estrategias de afrontamiento de sus habitantes, arrogó que el 88.3% de la población entrevistada aseguró que lo que más le estresaba de la Ciudad de México y área conurbana es el tráfico vehicular.

Las razones de esta respuesta son variadas, las principales son: porque se hace tarde, por el calor, por sentirse atrapado, por el ruido, por que se es impuntual, etc. Y sus consecuencias más importantes son: llegar tarde, mal humor, dolor de cabeza, desesperación, no cumplir compromisos, cansancio, etc. Sin embargo hay lago más allá de las consecuencias y eso es la forma de enfrentar este problema, con un 49.7% la categoría: “Agredir a otros” se encuentra en primer lugar.

La molestia del dueño del Civic era evidente, sin importarle lo que paso siguió su camino, cuando lo miré a los ojos sólo había enojo, como un toro después de haber sido pinchado y de envestir a su agresor, es en ese momento que los ojos se le inyectan de sangre, misma sangre que al señor de 50 años lo convirtió en eso: un toro.

Sin embargo, y afortunadamente, delante de esa máquina sin raciocinio, había muchas más comandadas por gente pensante y todas le cerraron el paso y comenzaron a llamarle al policía de transito. Algunos indignados reclamaban, otros estábamos sorprendidos, anonadados frente a aquel acto.

En ese momento se puso el semáforo en verde, antes de arrancar logré ver al señor consciente, pero tirado en el piso, aún aturdido después de lo que pasó. Ya para ese momento el alma de depredador se había esfumando con el golpe recibido, lo mismo sucedió con su compañero, que además de perder el espíritu inicial, también había perdido el color.

Las cifras de incidentes al año nos reflejan la magnitud de este problema, cuando nos dicen que 15,000 personas mueren por accidentes de tránsito, 200,000 resultan heridas y dejan 30,000 discapacitados. En nuestro país se destinan 2.5% del PIB nacional a gastos derivados de los siniestros viales, según el Instituto de Geografía de la UNAM.

Con la adrenalina a tope nos encontrábamos todos los que presenciamos el hecho, peor la mayoría con caras confusas al preguntarse ¿quién es el responsable: los señores Inbursa por golpear al señor del Civic; éste último por utilizar su auto como un arma, el tránsito o Marcelo Ebrard?