Alto abstencionismo por desencanto, prevén expertos

Eduardo OrtegaJueves, 7 de mayo de 2009

Anulación consciente del voto, nueva tendencia. Campañas cortas, crisis y epidemia, los factores. Bajará la calidad de la democracia: Lorenzo Córdova. Además de un incremento en los niveles de abstencionismo de hasta un 65 por ciento, en la elección intermedia del 5 de julio podría registrarse un aumento significativo del porcentaje de ciudadanos que, aunque acudirán a las urnas, anularán su voto. De acuerdo con José Antonio Crespo, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), las casas encuestadoras prevén que el abstencionismo en 2009 se amplíe, ya que en la elección intermedia de 2003 fue del 60 por ciento. Señala además que, en los comicios de este año, habría que agregar el porcentaje del total de los ciudadanos que piensan asistir a las mesas de votación y anular su sufragio. "Al parecer ése puede ser un fenómeno nuevo en esta elección, que no se presentó hace seis años, y que es otra forma distinta (de abstencionismo); es decir, sí participarán, pero anulando su voto como rechazo activo a todos los partidos". Al arranque de las campañas, el politólogo precisó que, de acuerdo con las más recientes estimaciones, el 25 por ciento de los ciudadanos que sí asistirán a las urnas lo harán para anular su voto. Crespo explica que la motivación del abstencionismo tiene mucho que ver con el desencanto por el comportamiento de los partidos; la falta de compromiso y de resultados de la clase política; el financiamiento demasiado alto de los institutos políticos, y los actos de corrupción que quedan impunes. Existe otro factor que aleja a los votantes, como los resultados del proceso comicial de 2006 -agrega- en el cual los ciudadanos perdieron mucha de la confianza que se había logrado. De acuerdo con Lorenzo Córdova, académico del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, entre mayor sea el número de abstencionismo menor será la calidad del sistema democrático, ya que la representatividad de los órganos del Estado cae en proporción directamente inversa a la tasa de ciudadanos que dejan de ir a las urnas. Expone que la intención de voto en el actual arranque de campañas es más baja que la registrada en el proceso electoral de hace seis años, lo cual considera todavía más "delicado" porque las cifras de presunta participación en 2003 fueron más altas de las que en realidad ocurrieron en la elección. En ese sentido, el analista de la máxima casa de estudios del país precisa que en el arranque de las campañas en 2003 había una intención de voto de cerca del 46 por ciento y, al final, sólo participó el 41 por ciento. "Hoy estamos viendo intenciones de voto de alrededor del 40 por ciento. Incluso hay algunas encuestas que señalan hasta el 35 por ciento. Eso puede todavía significar una merma de cara a la real participación del 5 de julio", indica. Campañas negativas De acuerdo con Córdova, estudios realizados en Estados Unidos demuestran que las llamadas campañas negativas no contribuyen en gran cosa a fomentar la participación ciudadana. Afirma que la imagen de políticos rijosos y agresivos entre sí no alienta la participación, por lo que sería "grave" que esa idea gravitara en la estrategia política de algún partido que apueste a ese tipo de campañas, no sólo para sacar ventaja sino para propiciar un alejamiento de la población de la política. Para Eduardo Huchim, exconsejero del Instituto Electoral del Distrito Federal, debe hacerse una reforma para vincular el porcentaje de la afluencia a las urnas con el financiamiento público de los partidos políticos. Así, se constituiría una bolsa de recursos al cien por ciento: "Si hubiera una asistencia del 70 por ciento, la bolsa a repartir entre todos los partidos quedaría en 70 por ciento". Huchim estima que el porcentaje de participación el 5 de julio difícilmente rebasará el 35 por ciento, por lo que será todavía menor a la registrada en las elecciones intermedias de 2003. Entre las razones, el especialista en temas electorales considera que hay una decepción de las expectativas que generó la alternancia del partido en el poder, además de que los institutos políticos están cada vez más alejados del electorado.